(...) llegaste y perdí el equilibrio. (pincha para escuchar y sigue leyendo)
Tropecé cuando te escuché andar de puntillas para asustarme, de la misma manera en que lo haces cada vez que entras a asustarme. No me acostumbro. Cuántas veces me habrás avisado con temores que la caja no es un taburete y que mis sentidos no son un adorno. Enseguida te llevo la contraria, que la vista lo dice todo y... Me duele cuando dices que la vista sólo pone los colores. Como si fueran un adorno de cafetería. Esos colores que dan vida a mis fantasías y a las películas de ahora, dicen. Sólo pierdo el equilibrio cuando te reconozco por el sonido de tus pisadas, que haces adrede, y por el olor con que bañas las paredes de este cuartucho, que lo haces sin querer. Mis sentidos nunca fueron un adorno.
Esta noche me prohibiste dormir.
Te veo, sentada frente al viejo proyector. De repente, todo es mágico. ¿Qué pasó con la oscuridad? Te miro, sin decir nada, con la boca entreabierta por el asombro. ¡Ahí está! El color. Qué decepción. Pero ahí estás vos. Te observo, aguantando el pestañeo, con ardor en los ojos. Duele tanta luz, pero me volvería ciego otra vez sólo por verte un segundo más. Pestañas de adorno, párpados de cartón. Pesados, muy pesados. Caen en un prisma hasta perder el último rayo. Escucho el latir del pecho y tu respiración, en fondo negro.
"Quedan demasiadas miradas entre nosotros", dices. En este sueño, demasiadas no son suficientes.
Esta noche te vi sonreír.
"¿Cómo haces para distinguir el negativo original de la copia, la cara A de la B y el desenfoque del cañón?"
"Cada cosa tiene su sabor. El original es dulce, la cara B es agria y el desenfoque es cosa de químicos e intuiciones. Sobre todo, cuando el público abuchea."
Me preguntaste cómo hice para enamorarme de ti sin verte. "No me hacía falta cerrar los ojos para imaginarte, ni para hacer el pino". Me cogiste de la mano en los créditos de Cinema Paradiso. Negativos positivos corta y pega, doy media vuelta a la manivela y... Sesión Continua...
"Esta noche estabas ahí de pie, bebiendo con los sentidos el vigor dulzón que la víspera de luna sirve en la ciudad de los puentes. Todo el mundo duerme a esas horas, mientras persigues huellas en la altura y te dejas llevar por el derretir de la luz en la distancia. ¿Lo sientes?
Esta noche mirabas una lata de película como si fuera una foto y te acordaste de mí. En ese mismo instante llamaba a tu puerta, como salido del aire. Cuatro golpes de bastón. Te movió el miedo, aunque no había ido a asustarte. Las carreras y los sobresaltos de la calle los habíamos encerrado en el Bar de los de Siempre. Allí quedaron encubiertos con la suerte robada de los que desaparecimos. Las paredes del sótano conservadas en recuerdos, las ñoñerías del Desamor y de su perro, los anhelos de Marianito el flaco y las rimas perdidas de quienes sintieron alguna vez encontrar esa energía tan fuerte que..."
La noche se me ha ido de las manos. Llego tarde a mi cita con usted en mi sueño. Te acercas. Puedo sentir el humo del té entre los dedos. Me das un beso en la frente con sabor a despedida, me susurras en el cuello y aprovechas el instante para huir de puntillas. Te pido que no apagues la luz, pero ni la enciendes. Y dices, antes del portazo:
"Buenas noches, Alejandro"