Te pillé.
Y menos mal, con lo que me ha costado salir del carrete a la película, de la película al papel y del papel al marco acristalado de la feria, y de allí...
No te imaginas la horrible sensación que vive en ti mientras tu mente funciona y tu cuerpo no responde. Intentaba ladrar, pero sólo se asustaban los pájaros del parque. En la exposición lo pasé fatal; damas y caballeros, aplauden la imagen confinada en el proceso original de revelado sin pensar en el animal, que seguro tiene nombre y es más listo que el hambre, y que sabe dar amor al humano que su camino le haya otorgado, entregándose sin recelo.
Eso les hubiera dicho, en primera persona. Qué vergüenza. Damas y caballeros, gracias, pero... esto... cómo empezar. El fotógrafo no me pidió nada y no hizo gran cosa. Sólo se dedicó a exagerar piruetas consumadas y a deformarse en caras payasescas para llamar mi atención. Me molestó durante un rato para que mirara a los ojos de sus manos, esos tan raros, y me cazó con un estallido de luz. Qué rabia. No podía haber preguntado antes.
(Aplausos)
Damas y caballeros, gracias, pero... esto... cómo escapar.
(Ladrido, ladrido)
Ahora que te he pillado, te sonrío, aunque no lo parezca.
Gracias por el paseo.
(Lametón, lametón).